HISTORIETAS DE UN "MORO TRAVIESO" (Por Francisco A

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Pedro G.
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HISTORIETAS DE UN "MORO TRAVIESO" (Por Francisco A

Mensajepor Pedro G. » Jue May 17, 2007 9:31 am

HISTORIETAS DE UN "MORO TRAVIESO" (Por Francisco Arredondo)


EL PETARDO DEL REINA

No digo que el Reina sea un petardo, digo que, el Reina se iba a comer un petardo una noche de Fiestas.

Aquella noche, el Reina, más cansado y aunque pareciera mentira, se fué antes que nosotros a la cama; dormía en casa de su suegro Hortensio "el caracoles" y pensamos gastarle una broma: preparamos un papel de estraza grande y, liado como si fuera un caramelo, pusimos una mecha larga en uno de sus extremos y simulamos un gran petardo. Como la puerta de la casa estaba cerrada, me colé por la ventanilla del cuarto de bagno que no tenía rejas (que ya sí las tenía en las Fiestas siguientes) y me dirijí al dormitorio; Maribel, que tiene el suegno más ligero, voló al salón; tuve que encender la luz para despertar al Reina que se sentó en la cama todavía casi dormido; en ese momento encendí la mecha y tiré el petardo debajo de la cama y, él, sin pensarlo, se tiró al suelo y, de rodillas, empezó a soplar para intentar apagarlo. ? Imaginais si el petardo es de verdad y le explota en las mismas narices?.


UN SUEGNO ERÓTICO

Fué una noche de juerga, en el Pueblo, con mi hermano Bernardo y Mary, con mi hermana Beti y Kiki. Acabamos tarde y "calientes". Ellos se fueron a la cama y yo, todavía me tomé unos cubatas. Ya, de madrugada, como me aburría, pensé gastarles una "putada". Tenía llave de la casa de mi madre y abrí con sigilo. Me quité los zapatos para no hacer ruido, subí hasta el dormitorio y me metí debajo de la cama por el lado e Kiki. Escondido, sacaba mi brazo y tocaba el pecho de mi cugnado. La primera vez acarició suavemente mi mano con la suya. La segunda, la apretó carignosamente. Y, la tercera vez, dió un salto, se sentó en la cama y exclamó: !! Beti, que hay un hombre debajo de la cama !!
Mi madre, mi hermano Bernardo y Mary se despertaron y acudieron corriendo a ver qué pasaba. Yo permanecía escondido pero nadie se atrevía a asomarse, hasta que, por los pies de la cama, saqué los míos y, moviéndolos, cantaba aquello de "inocente-inocente". Nos "meamos de risa", pero, después, cuando pensé que mi cugnado Kiki, policía nacional, podía haber dormido con la pistola debajo de la cama, se me "pusieron de punta" los escasos cuatro pelos que me quedaban.


!! MIERDA PASTILLAS !!

Aquel agno me las prometía muy felices. Desde unos días antes y durante todos los de las Fiestas, tomaría pastillas:
-Un protector gástrico para que la bebida no dagnara mi estómago.
-Un complejo vitamínico B para proteger mi hígado, y
-Conductasa, pastillas para que el alcohol no enturbiara mi mente.
Y, de esa manera, podría aguantar más que ninguno y "revolcar" a mi compagneros de Fiestas.
Esa noche, confiado en mis "remedios", se me fué demasiadas veces la mano desde el vaso a la boca. Estábamos en la discoteca Benidorm y, de pronto, me sentí tan "malico", que tuve que salir corriendo a la calle "buscando pista" y, detrás de la discoteca, me dispuse a regar las plantas con mis restos de "cubatas" ya digeridos.
Mi amigo Reina, que salió tras de mí por si necesitaba ayuda, me escuchó decir entre arcada y arcada: !! MIERDA PASTILLAS !!

EL ENTIERRO

Andaban los buenos tiempos en que los músicos de Muchamiel se prestaban para animar nuestra Fiesta, fuera de contrato. Aquella noche, algunos de ellos con Núnez y Gómez a la cabeza, quisieron organizar un entierro y me pidieron ayuda. Hablé con mi pariente Juan José, el carpintero, que accedió, con gusto, a pretarnos un ataud, y nos mandó a una cueva en la Alhanda donde los guardaba y, la verdad es que, como daba un poco de "repelú", cogimos el primero con el que nos tropezamos.
Y, ! cómo no ! me tocó a mí hacer de muerto. Parecía un entierro de película: cuatro "moros", de chilaba, llevaban la caja;otros tres, vestidos de mujeres enlutadas, lloraban desconsoladamente; y, después, los músicos que tocaban una marcha fúnebre; y, detrás, y, en las aceras, mucha...mucha gente. Y yo, que iba dentro del ataud con mi botellón de wiscky, de vez en cuando, tenía que sentarme para tomar un trago. Mi Loli me había echado de menos y llevaba horas buscándome; preguntaba por la calle y "nadie le daba escarte"; se paró en la acera para ver la comitiva (que coincidió con una de mis "sentadas") y "se le fué un repullo": !! Ay, mi Francis que se había muerto y ha resucitado !!, pero, luego, en vez de estar contenta con mi vuelta a la vida, se puso "de morros" que duraron toda la noche.

BUSCANDO LA "SAURA"

El amigo Alvaro y yo, durante agnos, tuvimos una buena costumbre: el lunes de Fiestas, por la noche, después de todo el día "sin parar", nos comíamos un pollo asado y nos bebíamos una botella de "Tío Pepe" en el chiringuito de "El Chimo".
Después, a nuestro ritmo, Calderón de la Barca arriba y abajo, con sus correspondientes paradas y sus correspondientes "cubatas".
A mitad de la calle, enfrente del bar "Isabelita", hay unos solares (todavía bancales) a un metro y medio aproximadamente del nivel de la calle.
Aquella noche, cuando pasamos a esa altura, con mi aparato digestivo lleno de pollo, vino y cubatas hasta el cuello, me dió un "apretón" y tuve la necesiad imperiosa de "devolver" lo que no era mío, de manera que me coloqué de rodillas con la boca dirigida a los bancales mientras mi amigo Alvaro me sujetaba de la capucha de mi chilaba para evitar que cayera de cabeza al bancal. Y de esa guisa, yo en posición oratoria y Alvaro de pié, sujetando mi capucha, podía parecer que un "moro" le pegaba a otro. Y así lo debieron de entender los de la pareja de la Guardia Civil que se acercaron corriendo y, de forma imperativa: !! Qué hacemos !!.
Alvaro contestó: NADA, ÉSTE QUE HA PERDIDO "LA SAURA" Y ANDA BUSCÁNDOLA".

EL CHOTO DE MI SUEGRO

De sobra es conocido en el Pueblo el carácter y la fama de mi suegro Miguel "el maralas" que, dicho sea de paso, es el mejor suegro que tengo (es broma). La verdad es que, bromas aparte, es mucho mejor de lo que parece y que, para mí, ha sido siempre como un verdadero padre. Pero, en este artículo, "no hablo de mi suegro, hablo del choto".

A primero de los ochenta, con nuestros treinta y tantos "a las costillas", teníamos fuerzas para aguantar los cuatro días seguidos de Fiestas (desde el viernes al martes por la tarde), desfilando durante el día y de juerga por la noche, casi sin dormir, salvo alguna "cabezada" en la Fila bajando por la Alhanda camino de la Ermita.
En aquellos tiempos teníamos la Sede en la cueva de la Tía Carlota, abuela de "los caracoles", subiendo al Collao a la derecha, y, a la izquierda, el impresionante paisaje de nuestra verde vega, por las Hafas, a la altura de la "Cuesta el Gato". Allí cambiábamos nuestras ropas de calle por las de "moro" y viceversa, y teníamos bebida y comida para degustación, recuperación y descanso del "guerrero". Las comidas serias, si se hacían, eran con la familia y, en mi caso, con mis suegros que, aquel agno, habían comprado un choto para matarlo y comerlo el Domingo de Fiestas.
El Sábado por la noche, después de "harticos" en la Carpa (que entonces se instalaba en el campo de fútbol) decidimos, con nuestro traje de faena (chilaba de tela apujarregna y gorrete moro) y unos "pitos de mentirijilla" que habíamos comprado en Villena, ir de serenatas y pasacalles tocando marchas moras y pasodobles. Fuimos a casa de mi suegro a recoger los "pitos" y alguna de mis pelucas y, al pasar por el corral, se me acercó el choto, lo invitamos a nuestra fiesta y "aceptó con gusto". Como estaba fría la noche y para que no desentonara con nuestro uniforme, le colocamos una chilaba y un gorrete de una de mis sobrinas pequegnas. El choto, "más chulo que un ocho", nos acompagnó toda la noche saltando y bailando, comiendo y bebiendo de lo nuestro (!cómo le gustaba el "aguardiente al condenado!). Os prometo que, en ningún momento, el choto fué sometido a maltrato por parte de los componentes de la "banda" y que, todo lo que hizo, fué de forma voluntaria.
Cuando "expuntó" el día nos fuimos a la cueva para desayunar y preparar el desfile. El choto, "más contento que unas pascuas", quedó suelto por las habitaciones de la cueva y, no suficientemente satisfecho, mordía los colchones y las cortinas hasta romperlas. Llegaron mi Loli y mi cugnada Paqui para ponerse el traje de "moras" y venían "descompuestas": "Sabeis lo que ha pasao?: esta noche, alguien se ha metío en corral y le ha robado a mi padre el choto; esta magnana se ha presentao el mataor y nos "hemos encontro el sitio". En ese momento, a pesar de mi "follito",tuve un rayo de lucidez y arrepentimiento, y pensé que debía devolver el choto a su corral. Así que, "antes de que fuera más tarde", cogí a mi choto "de reata" y, con mi cugnao Fulgencio, emprendimos camino a la casa de mi suegro al que nos cruzamos en la "Puerta de la Cheri" y que, de traje y corbata, iba a la Procesión (!!Tierra trágame!!). Me miró "de arriba-abajo" y, yo, "nervioso perdío", antes de que me dijera nada, exclamé: "Yo...Yo... yo no he sido. Ha...ha sido Fulgencio (que en ese momento, "colorao como un tejo", no supo reaccionar) y yo... yo bastante hago con devolverlo". !!! Ay canallas!!!, dijo entre-dientes Miguel "Maralas".
Pero no pasó nada: nos comimos el choto más "rico" de la historia de la fiestas, y fuimos felices........................le dimos con el plato en las narices

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